Generar reflexión en alumnos del Tec de Monterrey en torno a la violencia de género y violación de derechos, fue la intención de la Cátedra Alfonso Reyes y la Escuela de Humanidades y Educación (EHE), al recibir a la escritora Joumana Haddad con su libro "La hija de la costurera".
La "Hija de la costurera" narra la historia de 4 mujeres en medio de diferentes conflictos bélicos, víctimas de violencia de género y vulneradas en sus derechos.
"El aporte es múltiple; desde la prístina reflexión en torno a la violencia, hasta el, a través de su actuar, generar espacios de paz ad hoc, de convivencia que apunte a la plenitud existencial" comentó Rodrigo Esparza Parga, catedrático de la EHE de campus Puebla.
La novela de la escritora de origen libanes, fue comentada ante la comunidad del Tecnológico de Monterrey campus Puebla, a través de un diálogo sostenido con el propio profesor Esparza, el pasado 26 de noviembre.
A pregunta expresa por parte del profesor Esparza, sobre la sincronía entre su vida y la novela, la autora respondió que “hay gran parte de mí en La hija de la costurera, quizás por eso me tardé tanto en culminarla”.
A lo largo de la conversación, Joumana Haddad compartió con la comunidad académica, además del tema de violencia de género, otros temas como son: abuso en el ejercicio del poder y migración.
Además de escritora, Joumana Haddad es periodista, poetisa, activista y conferencista.
La escritura como una conversación con las heridas
“La hija de la costurera” cuenta la historia de cuatro mujeres desde la crudeza de las guerras en Palestina, Siria, Líbano y el genocidio armenio, además del dolor y abuso del que son objeto.
“Desde la honestidad y la crudeza de su realidad, con una escritura feroz, atrevida y directa, Joumana nos cuenta la historia de su familia y de su región: Medio Oriente” señaló el doctor Esparza.
“Cuando descubrí las sangres diversas que me corren por las venas, por fin entendí el porqué siempre he estado en guerra conmigo misma” mencionó la autora.
La activista libanesa defiende la escritura y la describe como un acto necesario para reconocer heridas y fantasmas internos. “Escribo para exponerme” aclaró.
Durante la plática, Joumnana Haddad leyó un fragmento del libro, que describe las heridas de la guerra y las secuelas que esta deja en las personas.
El poder de la palabra y la educación
La activista apuntó que la literatura no es el único medio viable para la educación; sirve para atacar la violencia contra las mujeres.
Además, la escritora cree en el poder de las novelas para lograrlo como una manera elegante y no invasiva.
“Escribo para exponerme”.
Por lo anterior y debido a la violencia de género existente en el mundo, Haddad comparte la idea de que es necesario revisar el cómo se educa a los varones, ya que por el tipo de educación que reciben y no por su género, se suele fomentar la agresividad.
“Se necesita una revolución estructural sobre la forma en que se educa a los niños, donde las emociones juegan un papel importante. Educar a los niños como si fueran niñas”.
De la misma manera señaló que su historia no solo es ficción, sino que apela a hechos concretos que se han normalizado dentro de diversas causas, por ejemplo el bombardeo de información en redes sociales.
“Para mi citar esta historia era una forma de vengarme de la indiferencia del mundo, porque a veces nos contentamos con un “like” o un comentario para expresar una posición; basta de las palabras, [hay que ir a la acción]”.
Sobre la inspiración y la creatividad
Joumana Haddad expresó que, para ella desde niña, la mar es la representación de un mañana mejor y el lugar en que se tranquiliza, así como el amor es importante para su proceso creativo, que la confirma como hija del Mediterráneo.
Haddad confesó que para escribir “La hija de la costurera” requirió de un proceso prolongado que le permitiera cierta madurez, para no caer en un sentimentalismo superficial.
Señaló que, a diferencia de otros escritores, no cree que escribir sobre los propios dolores sea liberador o una forma de sanar, sin embargo, considera que sí es una forma que permite reconocer los propios demonios.
Otro punto que la escritora abordó fue el de la necesidad de reinventar la esperanza, aunque no ocultó su desilusión por el género humano, por las guerras emprendidas, por las pérdidas humanas y las aflicciones que estas dejan.
“Son cosas que suceden en este momento y ante las cuales la sociedad a nivel mundial está tan harta, que ya no le generan el horror que tienen historias parecidas, para poder cambiar lo que está sucediendo” finalizó.
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