Janet Gutiérrez recuerda cuando visitaba a su abuela en Jalisco, quien le enseñaba a hacer quesos y mermeladas con frutas de temporada. Ahí se lamentaba de no poder convencerla para industrializar sus productos.
“Desde ahí tenía la idea de que hay alimentos en México que no se usan adecuadamente para la sociedad. Por eso también fue que me decidí por estudiar una ingeniería en alimentos”, recuerda la Dra. Gutiérrez.
Mudarse a Nuevo León y estudiar Ingeniería en Alimentos en el Tec de Monterrey llevaría a Janet a investigar los compuestos de los alimentos que pueden usarse en la salud, en medio de los retos que implica el ser investigador en México.
No obstante, en este 2022 la investigadora del Tec ha sido reconocida con el Premio Rómulo Garza a la investigación, el cual se suma a su premio de la Academia Mexicana de Ciencias que obtuvo en 2020.
“Esto me quintuplica el compromiso de investigadora en el Tec para tener un impacto importante, no solo en el número de patentes, formación, posgrados, sino en los alumnos”, señala Gutiérrez.
La segunda mujer que obtiene el Premio Insignia
La Dra. Gutiérrez fue galardonada con el Premio Rómulo Garza 2021, el máximo galardón que otorga el Tec de Monterrey en alianza con Xignux, que reconoce a la investigación e innovación que realizan los docentes y estudiantes del Tec.
Con esto se convierte en la segunda mujer en obtener la categoría Insignia, la cual fue anunciada durante el 52 Congreso de Investigación y Desarrollo del Tec, es la más importante del premio.
"Hoy recibo con gran responsabilidad este premio, porque espero poder seguir multiplicando está pasión por investigar e invitar a muchos más jóvenes a este camino", señala Gutiérrez.
La investigadora ha destacado en industria alimentaria tras egresar de esa ingeniería en 1999 y posteriormente una maestría en Ciencias con especialidad en Biotecnología y un doctorado en Ciencias, también en el Tec.
La validación de compuestos activos en fuentes vegetales mexicanas como el maíz, frijol negro, chile, agave y algunas frutas, son parte de su estudio que busca validar a la gastronomía mexicana, no por su sabor, sino por sus compuestos para la salud.
“El tener este tipo de reconocimientos hace sobre todo que los alumnos den lo mejor de sí".
"El tener este tipo de reconocimientos hace sobre todo que los alumnos den lo mejor de sí"
La Dra. Janet señala que por algún tiempo no se sentía con las credenciales suficientes para aplicar al premio, sin embargo, lo hizo tras obtener el Premio de la Academia de Ciencias en 2020 y ser Investigadora Nivel 3 en el Sistema Nacional de Investigadores de Conacyt.
“Ya me sentí más confiada. No esperaba que fuera tan pronto y me cae de sorpresa, pero es el momento adecuado”, señala.
Sus investigaciones han llevado a tener alrededor de 3 mil 200 citas de sus artículos científicos, así como 33 alumnos graduados de posgrado y 19 patentes con más de 120 artículos publicados.
“Me veo reflejada en mis alumnos ahora que empezamos clases y ese brillo de querer cambiar las cosas y de querer más y saber más.
"Eso es lo que para mí es el Premio Rómulo Garza y una de las razones por las que participé: para decirle (a los jóvenes) que no tienen que esperar 30 o 40 años para lograr cosas relevantes si son disciplinados, constantes y con un objetivo claro”.
Su investigación sobre los alimentos
En el año 2000, la Dra. Gutiérrez revisaba literatura científica, notó estudios que mostraban que en Japón había índices bajos de cáncer de mama, aparentemente relacionados con el consumo de la soya y pensó que en México podría buscarse algo similar.
“Le dije al Dr. Sergio Serna (líder grupo de investigadores Nutriomics ) que en México deberíamos de tener también un producto de alto consumo que ayudara a la prevención del cáncer.
"Cuando empezamos a revisar, notamos que en los estados de la República donde había mayor consumo de frijol negro, había menor incidencia de cáncer de mama. Y es así como seleccionamos nuestra materia prima para iniciar la investigación”.
Los resultados de la investigación que incluyó después ya no solo con frijol, sino diversos alimentos como maíz, garbanzo, nopal y agave, han sido muy importantes y prometedores para el combate del cáncer.
En pruebas de laboratorio con animales, los especialistas han logrado ya reducciones de cerca del 40% de tumores cancerígenos.
Para 2017, la Asociación Mexicana de Gastroenterología le otorgó el primer lugar del premio “Bernardo Sepúlveda” por su investigación para combatir el cáncer de colon basada en el frijol negro.
"Tenía la idea de que hay alimentos en México que no se usan adecuadamente para la sociedad".
De ser emprendedora hasta el Institute of the Obesity Research
Cuando llegó el momento de estudiar una carrera, Janet sabía que quería ser ingeniera, pero también estaba interesada en el emprendimiento por lo que no sabía si podría encontrar una manera de conjuntarlas,
“Cuando vivía en Jalisco mi abuela me quería enseñar a hacer quesos y mermeladas, pero (ella) no quería industrializarlo, (pero yo sí)".
Desde aquella idea que tuvo con su abuela, sobre el bajo aprovechamiento de los nutrientes de los alimentos en México, Janet dedicó a investigar maneras para aprovecharlos en emprendimientos de base tecnológica.
La investigadora comenzaría un camino que incluye, además, otros vegetales mexicanos como el maíz, chile y algunas frutas, así como el agave junto con un emprendedor que convirtió una empresa familiar en una internacional.
“El tequila es muy popular, pero también el mezcal, la aguamiel y los mixiotes. Tienen una infinidad de compuestos, de usos y funciones que no habíamos descubierto.
“Le tengo un especial cariño, porque por ese proyecto me salí del laboratorio. Tu labor no termina en tu publicación, sino en resolver problemas de la sociedad. Fue el primer proyecto donde trabajamos en el campo recolectando muestras”.
Actualmente, dirige una de las 5 unidades de investigación del Institute for the Obesity Research, la de Alimentos Saludables.
A la par, menciona que junto con algunos colegas del Tec de Monterrey están trabajando en un emprendimiento sobre compuestos activos.
“Espero haber inspirado a muchos jóvenes a abrir nuevas empresas. Que yo haya sido un nodo en el que alrededor se generen estos emprendimientos de base científica y que esto impulse el desarrollo económico de las regiones en México.
“Eso es con lo que quisiera que me recordaran”, dice Gutiérrez.
Los retos de ser investigador en México
La académica señala lo que ha sido para ella uno de los más grandes retos que tiene al dedicar su vida a la investigación.
“Poder encontrar un equilibrio entre lo profesional y lo personal en cuanto al aspecto individual y familiar y con amigos.
“Creo que ese es un punto al que hay que dedicarle unos minutos al día para revisar los pendientes que tienes y cómo vas a establecer prioridades. Vinimos a este mundo a ser felices y es importante encontrar ese equilibrio”, asegura.
Respecto a ser mujer investigadora, Janet asegura que ha vivido pocas situaciones adversas en el tema y que ella misma no se enfoca en ser una mujer investigadora, sino en hacer su trabajo como un ser humano que busca mejorar el mundo.
“El ser mujer no creo que me haya favorecido o perjudicado, pero la verdad es que nunca me quedo callada. Desde niña siempre he dicho las cosas como son.
“Yo invitaría no solo a las mujeres, sino a todos, a que es lo primero que hay que hacer: jamás quedarse callado”, indica.
Sin embargo, asegura que el camino del investigador es difícil, especialmente en países como México en donde recientemente se ha disminuido el apoyo económico para la investigación.
“Ojalá esto no aliente la migración del talento. Siempre ha ocurrido esta fuga de talento, pero las acciones de disminuir becas y estancias limita más a los jóvenes.
“Afortunadamente, los jóvenes son cada vez más conscientes de su rol para transformar a la sociedad (mexicana)”, indica.
Janet señala que ser una profesora investigadora le ha brindado momentos gratificantes como el ver los logros y éxitos de sus estudiantes.
“Tengo ejemplos de jóvenes que en tercer o cuarto semestre los veía que no podían más. Con ojeras y ya hasta el cabello encrespado de tanto estrés.
“Les das la confianza y luego los ves 2 o 3 años después y están triunfando y se van para arriba. Es de lo más satisfactorio”, finaliza.
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