Olivia Torijano, profesora del Departamento Regional de Lenguas del campus Monterrey y de la PrepaTec campus Santa Catarina, explica el origen de la lexicografía moderna del español.
Por Olivia Torijano | TORRE DE BABEL - 02/12/2019

Desde el siglo XVI la preocupación por el uso de la lengua se extendió en Europa.

Primero, se tiene registrado que entre las décadas de 1570 y 1580 nació en Florencia una academia dedicada al estudio de la lengua, la Accademia della Crusca. 

Esta se dedicó a la compilación de repertorios lexicográficos y así se publicó Vocabolario en 1612.  En ese mismo siglo, se funda la Académie française en el año de 1634.

Tuvieron que pasar 40 años para que el rey garantizara su hegemonía en el terreno de la lexicografía. Siguiendo la tendencia, en España se gestaron las academias reales a lo largo del siglo XVIII.

Nuestra lengua no se quedó atrás y en 1713 se creó la Real Academia Española (RAE), la cual consiguió la protección real al año siguiente.

La RAE, al igual que el resto de las academias europeas, también se propuso establecer un modelo lingüístico, por lo que los estudiosos se dieron a la tarea de elaborar el Diccionario de Autoridades.

Así, se concibió un diccionario que tratara como debían emplearse las palabras del español. Este se fundamentó con las citas de los textos que, por su gran reputación, recibían el nombre de autoridades.

Hay que tener en cuenta que, el termino autoridad, se refiere tanto a una obra determinada de un gran escritor como a un autor que por su estilo merecía ser imitado y admirado. 

La primera lista de las autoridades fue propuesta por el Marqués de Villena, primer director de la RAE, estas se agruparon según dos parámetros cronológicos: autores antiguos y autores modernos.

Entre los autores antiguos, se encontraban escritores medievales desde el siglo XIII al XV; entre los modernos, aquellos cuyas obras vieron la luz durante el siglo XVII.

Ese el inicio de la lexicografía moderna del español con testimonios de diferentes etapas de su historia.

Los académicos de aquella época se esmeraron en inventariar, definir y autorizar la base de nuestro vocabulario.

El primer tomo del Diccionario de Autoridades apareció en 1726 y cubría entradas con las primeras dos letras del alfabeto, A y B.

El último tomo se publicó en 1739 abarcando de la S a la Z.

Tal vez de ahí provenga el viejo chascarrillo que le hacen a los que estudian Letras: ¿y en qué letra vas? Y a los que ya nos graduamos: ¿y llegaste a la z?        

 

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