La mayor parte del mundo se encuentra conectado a sus dispositivos móviles. Sobre todo, los jóvenes llamados “Millennials”, quienes poseen características muy particulares, tales como: necesidad de estar conectados constantemente a internet, multitasking, nomófonos y ávidos de la inmediatez.
Con base en mi experiencia, es triste decir que a lo mucho solo un 10% de estos jóvenes saben sacarle provecho a su habilidad para el uso de la tecnología, es por ello que en la educación donde el uso de las tecnologías se ha convertido en uno de los requerimientos básicos, no es una competencia en estos chicos.
En el Tec de Monterrey nos preocupamos porque los alumnos desde la preparatoria usen la tecnología para ser productivos y también para despertar su interés por ella en favor de que sean generadores de tecnología, algunos de estos ejemplos son los alumnos de segundo semestre que son capaces de aprender a editar imágenes, audio y video, después en tercer semestre comienzan a desarrollar su pensamiento lógico mediante la programación, en cuarto semestre avanzan más e integran programación con electrónica para generar prototipos como carros autónomos o un bastón para invidentes, contralados a través de su Smartphone y en los últimos semestres pueden seleccionar materias como Innovación Tecnológica en donde los alumnos aprenden desde cómo crear una App, generar entornos 360º, así como desarrollar escenarios en realidad virtual, cómo generar aplicaciones con realidad aumentada, programación combinada con un poco de inteligencia artificial, manejo de drones, impresoras 3D y circuitos electrónicos. Todo en favor de generar ideas novedosas con valor en el mercado, sustentables y además de mejorar la calidad de vida de las personas.
En resumen, queremos que los alumnos conozcan las tecnologías que están a la vanguardia, que las usen, las manipulen, que vean la importancia que tienen y cómo pueden sacarle ventaja para ser productivos y que puedan en un futuro no muy lejano implementarlas y comercializarlas ¿y por qué no? ayudar a mejorar la vida de otras personas, pagar un poco la hipoteca social que tenemos con la comunidad y así despertarles el interés por la tecnología no sólo como consumidores sino también como productores de cosas espectaculares.