Juan Carlos Villalobos | Campus Guadalajara
En días pasados escuché la noticia de que subirán hasta 750 pesos las multas para quien use su móvil mientras maneja. La medida se toma al parecer porque a los ciudadanos no nos ha quedado claro el peligro en que nos ponemos y el sufrimiento que podemos causar a otras personas por un acto de necedad o por una franca adicción al móvil.
Pero como ya hemos hablado de los daños e implicaciones de textear y manejar, y como también hemos conversado acerca de la adicción a los dispositivos, la noticia me pareció un buen marco para hablar de las fobias tecnológicas. Ninguna de ellas está clínicamente identificada hasta donde sé, pero existen diversos artículos de revistas especializadas que las mencionan como consecuencia del avance tecnológico.
La más vieja es la tecnofobia, que se remonta a las épocas de la revolución industrial y que implica el temor a ser reemplazado por una máquina, a que las máquinas se apoderen de nuestro mundo o a que la máquina que usemos se descomponga y no haya manera de repararla.
Esto de la tecnofobia me recordó un cuento de Juan Villoro, en el que describía a un chef que ponía un crucifijo sobre el horno de microondas, pero también la discusión actual sobre cómo los robots podrían reemplazarnos en nuestros trabajos en unos cuantos años.
La ciberfobia es lo mismo que la tecnofobia, pero aquí el miedo es particularmente hacia las computadoras, a las que se puede culpar de todo lo malo que sucede en el mundo actual o que tememos usar para guardar nuestra información personal y eventualmente perderla por un daño irreparable al disco duro.
Nomofobia es la abreviarura de no-móvil-fobia, que tampoco ha sido identificada clínicamente, pero sobre la que se está haciendo ya investigación.
La nomofobia señala a quienes viven momentos de angustia cuando no tienen su dispositivo cerca. Ésta es una peculiaridad observable desde el surgimiento de los teléfonos móviles, pero no es la única fobia detectada a partir del surgimiento de nuevas tecnologías de comunicación, pues ya desde hace tiempo que se habla de la telefonofobia, que es el miedo irracional a contestar llamadas telefónicas. No conozco un solo caso, pero los editores de revistas de tecnología aseguran que existen.
Otra más que el lector no me va a creer, pero que se menciona en varios artículos es la selfie-fobia, que como su nombre lo indica, es miedo a tomarse selfies, básicamente porque no creemos que somos lo suficientemente fotogénicos. No debe ser un padecimiento muy extendido, si tomamos en cuenta que el selfie se mantiene como plaga, sobre todo el selfie con cara de pato, que ya de por sí es para generarle una fobia a cualquiera.
Y para seguir con los absurdos, se habla de que también existe la Loremofobia, que es el miedo a perder el control remoto de la TV y que supongo sólo nos afecta a los que somos Generación Equis hacia atrás, aunque no sé si suceda lo mismo con el remoto del Apple TV.
Otros miedos incluyen el ciberterrorismo y el ciberespionaje gubernamental, que son asuntos para tomarse en serio, pero que entre los miles de millones de usuarios que somos actualmente no son algo que debiera preocupar al grueso de la población.
Por el momento yo confieso que tengo fobia a quienes manejan y textean, o peor aún: manejan, textean y creen que no va a pasar nada. Igual el lector puede nombrar esta fobia.