“Mejor no estudio. Así ya ustedes dejan de pagar la carrera y listo, ¿ganar-ganar, no?”.
Así dijo con firmeza Samuel Ruiz a su papá a inicios de sus 20 años de edad, tras explicarle la razón de no seguir estudiando Química ni un segundo más.
Hoy, Samuel no solo se graduó como Ingeniero en Producción Musical (con concentración en Química Orgánica) en el Tec de Monterrey, sino que forma parte de un sello discográfico que se enfoca en una nueva generación de músicos latinos.
El joven de 26 años es uno de los label managers de World Wide Récords, la discográfica creada por Antonio Hernández, mejor conocido como Toy Selectah, cofundador y miembro del grupo musical Control Machete.
Diagnosticado en su niñez con un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Samuel vivió cuesta arriba su sueño, al comenzar desde cero, al no saber siquiera qué era una nota musical.
La encrucijada entre la música y la química
Samuel, sentado frente al deck de grabación de World Wide Récords enclavado en el municipio de San Pedro, Nuevo León, recuerda su niñez en la capital de Chihuahua por 3 elementos: su amor a la música, su familia y una energía imparable, pero “dispersa”.
El productor describe cómo desde una temprana edad desarrolló un amor no solo hacia la música, sino hacia el arte.
Sentía una inquietud de formar parte de ese mundo, pero se dio cuenta que su rol no era el de ser músico.
“Amaba por completo la música y las artes creativas. Estaba enamorado por completo de eso de niño y lo veía con mucha ilusión, no solo de consumirlo, sino de ser parte de ello”, recuerda el EXATEC.
Durante sus años en PrepaTec Chihuahua, Samuel consideraba a la música como un interés más, pero no como su posible carrera.
Sin embargo, el joven encontró en la ciencia un nuevo amor que dictaría una parte de su vida profesional.
“La ciencia siempre ha sido y siempre será mi fascinación. El espacio me da mucha ilusión, pero la química me voló la cabeza, porque es la composición de absolutamente todo lo que somos y lo que hay a nuestro alrededor”, expresó.
El camino profesional de Samuel parecía estar tallado en piedra tanto para él como para sus papás: convertirse en un ingeniero químico: la idea de la música ya era un pasatiempo casi olvidado.
Empero, tras sus primeros semestres, Samuel se dio cuenta de que sus sentimientos hacia la ciencia y su futura carrera no eran compatibles, lo que lo llevó a un estado mental bajo y solitario.
“Veía a la ciencia como abundancia, algo con la capacidad de cambiar vidas, de mejorar nuestro mundo, y no sentía que esa visión encajara en un trabajo empresarial o una consultora. Me sentía muy solo, no conectaba con mis compañeros”, admite Ruiz.
El verano previo a su cuarto semestre, Samuel reflexionó sobre su camino y regresó a su otro gran amor, la música, con la idea de comprometerse a su pasión a como diera lugar.
Con el apoyo de Alan Robles, director de carrera de la entonces Ingeniería en Producción Musical (IMI) y luego de que su padre le dijo que no se iba a cambiar y el llanto de su madre, se llegó al acuerdo de revalidar materias para seguir como IMI en campus Monterrey.
“Había tomado unas cuantas clases de piano de chico, pero la verdad es que no sabía ni que era una nota".
A contrarreloj y con hambre de aprender
Cuando estudiaba Química, Samuel recordaba visitar los estudios de grabación de campus Monterrey y verlos con anhelo.
Ahora, en sus primeras semanas como estudiante de IMI, el joven se dio cuenta de la gran desventaja que tenía.
“Me cambié de carrera y me sentí inmediatamente en desventaja. Recuerdo que el primer día, me senté en el salón y había un pianista, al otro lado un guitarrista que ya estaba componiendo su música y yo nada.
“Había tomado unas cuantas clases de piano de chico, pero la verdad es que no sabía ni que era una nota musical. Entonces dije: 'Me tengo que poner al corriente ya', y desde ahí empezó mi manía de trabajar extra, de demostrar que lo iba a hacer bien”.
En lo que él sentía era una carrera contra el reloj, Ruiz comenzó a reportarse con compañeros próximos a graduarse y profesores que percibió que contaban con experiencia y se ofreció como su asistente.
De doblar cables a rentar equipo a pasarse horas en los estudios aprendiendo como otros compañeros creaban soundtracks, Samuel utilizó el resto de su carrera dedicado al trabajo práctico, a generar conexiones y “a chambear”.
“No era muy bueno con las tareas”, comentó entre risas Samuel, “pero mis profes sabían que era inteligente y que podía pasar al final. Amaba tanto los estudios y el poder equivocarme e intentar hasta que saliera”, recuerda.
“También agradezco mucho los espacios como Punto Blanco. Ahí aprendí a meditar, técnicas de bienestar porque entendí que si no estoy bien, de nada sirve. Mi único tatuaje es el logo de Punto Blanco”, confiesa.
Su momentum frenó con la pandemia, forzado a regresar a casa para sus últimos semestres, una situación que aunque afectó su salud mental, no lo detuvo de continuar aprendiendo por su cuenta con plataformas como Coursera.
“La verdad es que me he vuelto muy bueno gestionándolo (el TDAH) y volviéndolo una ventaja. Creo que es una de las cosas que me convierten en mí".
Diagnóstico temprano creó una motivación imparable
Samuel recuerda que de niño tenía la inquietud de ver cómo podía aportar a la música, pero siempre fue muy indisciplinado.
"Intenté tocar el piano, pero fueron como 6 meses en que iba a clases de repente sí y de repente no”, explica.
No obstante, Ruiz señala que esta indisciplina no era una falla de su carácter, sino parte de un punto de unión neurológico que terminaría siendo a su vez un vínculo entre su familia: el TDAH.
Samuel explicó que a temprana edad, sus padres decidieron llevar a sus dos hermanos mayores y a él a realizarse un perfil neurológico, donde el especialista no solo le diagnosticó a él y a uno de sus hermanos TDAH, sino también a sus papás.
“La verdad es que me he vuelto muy bueno gestionándolo (el TDAH) y volviéndolo una ventaja. Creo que es una de las cosas que me convierten en mí", comenta el chihuahuense.
El TDAH es una condición neurológica que afecta la atención, el control de impulsos y la autorregulación, manifestándose con frecuencia en dificultades para concentrarse, hiperactividad y comportamientos impulsivos.
Pasión por la música desde pequeño
Ruiz considera que su amor por la música fue fuertemente influenciado por sus papás y uno de sus hermanos mayores, quienes lo adentraron a diferentes géneros musicales, desde boleros hasta pop y géneros de rock alternativo.
“Crecí escuchando bandas como Linkin Park y Gorillaz (...) Recuerdo que en la ferretería de mi papá, que ponía el radio en estaciones de Estados Unidos, descubrí la electrónica y mi cerebro explotó”, cuenta Samuel.
“Daft Punk fue una de las bandas que me metió a todo ese mundo. Escuchar Harder, Better, Faster, Stronger… una canción que con cuatro palabras y un ritmo súper inusual se volvió un megahit que todavía sigue sonando”, recuerda.
Entre su TDAH y su creciente interés por involucrarse en la música, el Samuel que apenas comenzaba secundaria se rindió ante su propia curiosidad e investigó una forma diferente a lo instrumental de crear música.
“Recuerdo que investigué en Google: ¿cómo se hace música de Avicii? Y encontré el programa en el que lo hacía, el Logic Pro, pero a diferencia de muchas personas de mi edad, yo no lo piratee”, comparte Ruiz.
“Busqué en ese entonces cuánto costaba y me puse ahorrar de mi mesada y en un viaje familiar a la playa donde me dieron un poco de dinero mis papás, lo guardé para eso y por fin lo pude comprar”, recuerda con orgullo.
La llamada que lo llevó a World Wide Récords
En Chihuahua, Samuel reconectó con un amigo que contaba con un estudio en casa y quién le comenzó a enseñar sobre la escena musical de México y Toy Selectah, quien estaba iniciando su propia disquera (World Wide Récords).
“Un día me marcó a las 10 de la mañana y me dijo que un tal Marcelo Gamboa, me iba a hablar y que yo debía decir que sí a todo, que era cercano de Toy. Necesitaban a un ingeniero de audio. Y en dos días ya estaba en Monterrey”, recuerda.
Samuel llegó a la ciudad sin departamento, vuelo de regreso o forma de moverse por la ciudad, pero listo para reportarse como ingeniero base en el Estudio 13 o Estudio Tampiquito de Toy Selectah.
“La primera vez que llegué al estudio si me apantallé bastante. Hay Grammys a la derecha, discos platino a la izquierda, es un lugar con muchísima historia y yo quería ser parte de ello”, sonríe al recordar Samuel.
“Toy fue viendo que estaba muy atento y siempre ahí para lo que se necesitara, entonces un día me ofreció darnos una vuelta él y yo en su carro y se voltea y me pregunta: '¿Tú qué quieres?'. Y le dije: 'Aportar, ¿tú qué quieres de mí?'”.
El músico puso a Ruiz a cargo de mantener un flujo dinámico y eficiente en el estudio para los artistas que fueran a grabar, eventualmente desarrollando una relación de confianza gracias a su entrega y persona.
“Él siempre me ha dicho que todo lo técnico se puede moldear, pero lo que le importaba es que fuera buena persona. Toy aprecia mucho la lealtad, es un gran negociante y la persona que me ha enseñado a tener disciplina”.
"(Toy Selectah) me pregunta: '¿Tú qué quieres?'. Y le dije: 'Aportar, ¿tú qué quieres de mí?'".
Se convierte en label manager ‘urbano’
Entre 2022 y 2023, Samuel logró entrevistar para la posición de label manager y conseguirla, con su primer proyecto siendo una banda de un subgénero de música regional mexicana, “la veintiuno”.
“Ya había producido y hecho algo similar de manera informal con Austin Silva (antes OrbitalBoss) con quien aprendí muchísimo, desde temas de identidad en su música hasta visual con otro amigo EXATEC, Manuel Castro.
“Como label manager lo que haces es básicamente que las ideas del artista se vuelvan realidad, que su visión desde la música hasta la portada del álbum se vaya de la idea a lo tangible”, explica.
Hoy, Ruiz ya ha trabajado en el desarrollo artistas y proyectos como Nsqk, legallyrxx, Méne, Kevis & Maykyy y day2k, entre otros, incluso apoyando en la finalización de canciones con Nsqk, distinguiéndose en el ámbito urbano-electrónico.
Samuel expresa que estar detrás de escena en festivales como P'al Norte, el Coca-Cola Flow Fest y los conciertos de sus artistas son los momentos en los que se siente “en la cima” y como que todo su trayecto ha valido la pena.
“Hace poco escuché el nuevo álbum de Kendrick Lamar. Me esperé todo el día para oírlo de inicio a fin y recuerdo que hubo un punto en el que me sentí tan empoderado, como que en verdad merezco lo que tengo, porque trabajé por todo”.
Samuel, sentado en el estudio adaptado como una pequeña sala, con un sillón largo y acolchonado junto al deck, una guitarra y un teclado para los artistas, reflexiona:
“Hay gente que piensa que un artista se vende si es comercial, pero no me parece así. Cuando veo a la gente bailando una coreografía o cantando en un concierto, recuerdo que soy parte de algo que une a las personas.
"Al final de eso se trata. De compartir”, finaliza Samuel con una amplia sonrisa.
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