Cómo resultado de la residencia artística de Said Dokins en el ACT Lab, laboratorio de arte, ciencia y tecnología del Tec campus Querétaro, se desarrolló un proyecto artístico usando la biotecnología para crear obra viva.
“Bio_res_crituras” es un proyecto que aborda no solo la herencia patrimonial, sino también la herencia biológica, a través de escrituras creadas con bacterias sobre placas Petri.
El laboratorio ACT es un espacio que articula el trabajo interdisciplinario entre estudiantes, profesores, investigadores y artistas que buscan explorar nuevas formas de entender el mundo desde el arte, la ciencia y la tecnología.
La exposición “Inscripciones”, recientemente inaugurada en el Laboratorio Arte Alameda, en Ciudad de México, integra, además de las piezas Bio_res_crituras y De Tripas Corazón; un par de actividades de mediación educativa dentro del ‘Domo intermitente’, una galería móvil inflable que se instaló en la Alameda Central.

La residencia de Dokins abrió la oportunidad de experimentar con tintas bacteriológicas, bioluminiscentes y diferentes técnicas artísticas, Además de alentar a estudiantes a involucrarse en procesos de creación que entrelazan el arte y la ciencia.
“Estas residencias tienen el propósito de abrir camino a la experimentación, la investigación y la creación con artistas y con la comunidad académica”, comentó la directora del ACT lab, Piedad Martínez.
El arte cobra vida
El proyecto de Bio_res_crituras se trata de la combinación de escritura y biología, replanteando la idea de patrimonio como herencia cultural y biológica.
Usando cajas Petri y agar nutritivo, Dokins escribió mensajes ocultos con tintas bacterianas que, al crecer, forman colonias revelando palabras y mensajes vivos sobre comunidad y política.

Bio_res_crituras, se destaca por su temporalidad. Al ser piezas creadas con microorganismos vivos, cada obra tiene una “fecha de caducidad”, llegando a durar no más de dos semanas.
“Uno de los principales retos, a nivel conceptual, era cómo hablar de la huella y de la persistencia en un lugar donde el poder económico y simbólico determina las voces que se escuchan y las que se silencian”, enfatizó el artista.
Para este proyecto se contó con la colaboración del área de bioingenierías con la ayuda de las profesoras de campus Querétaro, las profesoras Aurea Ramírez, Carmen González y Paola Angulo.
“Lo más satisfactorio fue poder crear un grupo sólido que pudiera trabajar en temas tan únicos y especiales y dar pie a otros proyectos extraordinarios.” Said Dokins.
“No es una obra como una pintura, como una escultura, que una vez que se termina, entra en esta categoría del patrimonio. Aquí la obra es viva y perecedera.”, señaló la docente.
El trabajo con el laboratorio permitió la experimentación con distintas técnicas artísticas, como esténciles cortados en láser, combinaciones de agares con carbón activado, rosa de bengala y otros compuestos para ampliar las posibilidades estéticas.
Llegando inclusive a explorar, junto con la profesora Paola Angulo, la bioluminiscencia usando proteínas de medusa, con el objetivo de crear tintas que reaccionen con la luz ultravioleta.
La exposición también contó con la intervención de estudiantes de la materia Apreciación del Arte, impartida por la profesora Piedad Martínez, quienes documentaron extractos de sus trayectos usando las placas de Petri.
"Además de registrar sus huellas digitales en un proceso similar, lo que permitió que conectaran personalmente con la exposición", señaló la docente.

Colaboración clave para el arte
De tripas corazón, fue un proyecto ganador del Fondo Creativo 2023 en el que participaron las docentes y autoras Piedad Martínez, Aurea Ramírez y el profesor Enrique García.
En 2022, Said Dokins fue invitado a participar en una de estas residencias, como parte de la propuesta “Atentar desde los códigos”, con curaduría de Piedad Martínez y Juan Carlos Montes.
Esta buscaba explorar las prácticas patrimoniales a través de los códigos y la ciencia, desde la perspectiva de cuatro artistas.
“Siempre hemos hablado de que el patrimonio es algo que se debe preservar, que se debe cuidar, justo como una herencia”, comentó Martínez.
Dokins ya había explorado la herencia patrimonial a través de la escritura, con la que retrató temas como el diálogo entre la simbología, historia y cultura y como estos interfieren con las ciudades.
Desde el inicio del proyecto, Said presento interés en trabajar con la biología, examinando las cuestiones culturales y patrimoniales desde una condición microscópica.
Said fue vinculado con el área biotecnológica de Tec, donde contó con el apoyo de la profesora Áurea Ramírez, a quien Dokins le presentó el proyecto y como el laboratorio podría contribuir a su desarrollo.
Fue así como la Dr. Aurea invitó a la Dra. Carmen González, especialista en microbiología, para formar parte del proyecto, siendo ellas las que se encargaron en preparar el equipo y aportar los conocimientos en biología necesarios para llevar a cabo el proyecto.
“A Said siempre le ha interesado establecer una relación entre el cuerpo y el espacio”, finalizó Piedad.

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