Lonas que alguna vez anunciaron eventos del Tec de Monterrey ahora tienen una segunda vida: se transforman en productos reutilizables como tote bags y estuches.
Esta idea es impulsada por el Futures Design Lab (FDL), que desarrolló una colección funcional aplicando principios de economía circular.
“Nos empezamos a cuestionar qué pasaba con esas lonas cuando terminaban los eventos. Eso se convirtió en una oportunidad para diseñar futuros”, señaló Yadira Ornelas, líder del FDL en Monterrey.
Cada pieza de The after life collection es confeccionada por mujeres que encuentran en este trabajo una fuente de ingreso, al tiempo que se reduce el impacto ambiental de los residuos plásticos.

Punto de partida: ver posibilidades donde otros ven desechos
Lonas que anunciaron eventos como Feria del Libro o incMTY, ahora guardan libretas, plumones y laptops.
El equipo del FDL -liderado a nivel nacional por Xochitl Arias- se percató que, en muchos casos, el destino final de las lonas publicitarias es simplemente desecharlas.
El punto de partida fue literal: ir a buscar las lonas en desuso, tocando puertas en distintas áreas del campus Monterrey para iniciar con una recolección manual.
“Recuerdo ir al almacén del Auditorio Luis Elizondo y encontrarme con montones de lonas debajo de las escaleras. Me dijeron: ‘¿Estás seguro que las quieres?’. Y yo: ‘¡Claro!’ Y así empecé a llevarme las primeras lonas en mi carro”, relató Saúl Cabriales, project manager del FDL en Monterrey.
Ahora, con apoyo de aliados como Ruta Azul -iniciativa de sostenibilidad del Tec— el proyecto continúa creciendo y buscarán que trascienda en un modelo replicable a nivel nacional.
“Esto no termina en una lona ni en una bolsa. Es una conversación sobre lo que podemos regenerar cuando combinamos diseño, conciencia y comunidad”, subrayó Ornelas.

El diseño como agente de transformación
Con el paso del tiempo, el proyecto fue escalando, con algunos de los primeros modelos siendo entregados en talleres internos como un detalle simbólico.
De acuerdo con Cabriales, las primeras muestras incluían tote bags con colores sólidos, patrones únicos o incluso fragmentos textuales que hacían alusión a eventos pasados de la comunidad Tec.
“Hay quienes eligen su bolsa porque tiene las siglas de su nombre o una ilustración de alguna exposición cultural. Se vuelve algo muy personal.
“El objetivo era crear algo significativo con lo que ya existía. Y pronto, las personas empezaron a pedir más.”
Para los integrantes del Futures Design Lab uno de los mayores aciertos fue el incorporar una dimensión social en la manufactura de los productos.
“Es economía circular, pero también sostenibilidad social”, explicó Ornelas, al detallar la alianza con un organismo externo para que la manufactura de los productos sea realizada por mujeres que requieren una fuente de ingresos.
Cabriales agregó que las mujeres que confeccionan las bolsas también eligen cómo cortar las lonas, haciendo que cada pieza sea única y asegurándose que la intervención del diseño se convierte en acompañamiento, no imposición.
“No hay dos iguales. Cada bolsa es irrepetible y eso es parte del mensaje: detrás del desecho, puede haber belleza”, reflexionó.

"Lo sustentable no está peleado con lo funcional"
Para Cabriales, esta colección también ha sido un proceso para desafiar prejuicios: “Mucha gente al principio pensaba que iban a ser feas o poco resistentes por venir de lona reciclada. Pero al verlas, entendían su valor”.
Agregó que The after life collection es una muestra de innovación que reafirma cómo es que lo sustentable no está peleado con lo funcional.
Ambos entrevistados aseguraron que contar con un vínculo con Ruta Azul ha sido fundamental para expandir el proyecto como parte de un cambio en la cultura de consumo.
“El equipo de Ruta Azul nos ayudó a ver que antes de reciclar, hay que cuestionarnos sobre estos hábitos”, destacó Cabriales. Fue así que el proyecto incorporó un ejercicio de reflexión más allá del concepto del reciclaje.
Uno de los aprendizajes clave, consideran, ha sido que el diseño debe adaptarse a los ciclos del material, pues en lugar de producir más material, el equipo del FDL espera los residuos de lonas que llegan naturalmente y ajusta los diseños a lo disponible.
“No se trata de sobreexplotar lo reciclado, sino de respetar sus tiempos y transformarlo con sentido.
“Preferimos avanzar despacio, pero con coherencia. Queremos que este proyecto crezca con propósito, no por moda”, puntualizó Cabriales.

Más allá del objeto: rediseñando relaciones y significados
Aunque el producto visible es una bolsa, lo que verdaderamente mueve al equipo del FDL es lo intangible: las conversaciones que genera, los vínculos que activa, la forma en que resignifica lo desechado.
“No queremos que se quede en ‘¡Qué padre bolsa!’, sino que se entienda todo el proceso que hay detrás”, enfatizó Ornelas.
Por lo tanto, el equipo espera que cada tote bag se convierta en una excusa para hablar de aspectos como el diseño regenerativo, responsabilidad social y compromiso institucional .
A través de este proyecto, el FDL también busca demostrar cómo es que el diseño puede ser un puente entre disciplinas, comunidades y valores, enfatizó a su vez Cabriales.
Asimismo, sueñan con extender el impacto a otros momentos clave en la vida universitaria -desde el proceso de admisión hasta la graduación- imaginando cómo esta colección puede ampliarse.
“El diseño es la clave para transformar problemas en oportunidades. "The after life collection" es solo una muestra de todo lo que podemos hacer cuando, desde el diseño, trabajamos con conciencia, empatía y visión de futuro”, finalizó Cabriales.
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