"Había un nivel de frustración muy grande. Podían pasar semanas en lo que sentías que no había hecho nada bien o bien a la primera. Sí llegué a pensar que había sido un error".
Así pensó Elda Cantú sus primeros meses como editora en Perú de la revista Etiqueta Negra, una de las revistas más importantes de crónica en América Latina.
La egresada de Relaciones Internacionales del Tec de Monterrey había dejado su trabajo estable como docente de PrepaTec para dar el salto y explorar su inquietud por las letras que tenía desde niña.
Su falta de experiencia en periodismo a sus casi 30 años y algunos tropiezos la hicieron dudar de su decisión al llegar a preguntarse: '¿Qué estoy haciendo aquí?'".
Sus aprendizajes en los años siguientes la llevarían a escribir y ser editora en español en la redacción en la Ciudad de México de The New York Times (NYT), uno de los periódicos más emblemáticos de Estados Unidos.
La dura realidad de convertirse en periodista
Era 2010. Había dejado México para embarcarse en la aventura de editar Etiqueta Negra, una de las revistas más importantes de crónica en América Latina.
Pronto se dio cuenta que su trabajo resultó mucho más difícil de lo que pensaba.
"Enfrentarte a algo que no sabes hacer, en lo que no eres bueno y cuando no tienes veintitantos años es como un golpe al ego".
Luego de egresar del Tec en el 2001 y de finalizar a maestría en Estudios Latinoamericanos y del Caribe en el New York University (NYU), empezó a dar clases en PrepaTec Santa Catarina.
Por 9 años fue docente y su única experiencia en letras para calmar su inquietud fueron ensayos y columnas de opinión que enviaba a medios, entre ellos, Etiqueta Negra.
"Era fan de la revista. Les escribí algunos ensayos cortos y les gustó. Ahí empezó una relación informal donde conocieron mi trabajo".
"Podían pasar semanas en lo que sentías que no había hecho nada bien o bien a la primera. Sí llegué a pensar que había sido un error".
Julio Villanueva Chang, fundador de la revista y quien le había editado algunos textos, fue quien la invitó a colaborar por 12 meses.
"'Están locos, no tengo la experiencia para esto', pensé. Pero tenía esa inquietud de escribir. Había buscado por dónde y la docencia me gustaba. ¿Será esto para mí? Era una buena oportunidad, pero era arriesgado".
Elda recuerda que fue su entonces jefe, el Ing. Rafael Ábrego, director de PrepaTec Santa Catarina, quien la apoyó a tomar esta oportunidad para explorar sus habilidades.
"Le dije: 'Me gustaría intentar'. Él me dijo: 'Tienes que explorar esta inquietud. Ve un tiempo y si no te gusta vuelves'.
Pese a que colegas le dijeron que no se fuera, ya que tenía planta y era directora de departamento, solicitó licencia laboral de un año para emprender su aventura en tierras incas.
La filosofía de aprender a aprender impulsa su carrera
En la redacción de Etiqueta Negra recordó una de las filosofías aprendidas en el Tec: aprender a aprender.
"El desafío era ese, no sé cómo, pero voy a aprender a aprender. Es como ver la costura y ver cómo le hicieron aquí, como un tipo de ingeniería a la inversa".
"Y pasaron varias cosas: empecé a aprender y aprendí a tropezar, que era muy desafiante".
Elda comenta que todo eso le ayudó a afianzarse en su trabajo. Incluso lanzó un proyecto de medio ambiente llamado Etiqueta Verde, que ganó premios con algunas crónicas que ayudó a publicar.
De Etiqueta Negra saltó a El Comercio, el principal periódico del país, para ser editora de su suplemento dominical por 3 años, para luego decidir lanzarse como free lance, ya que quería volver a escribir.
"El desafío era ese, no sé cómo, pero voy a aprender a aprender. Es como ver la costura y ver cómo le hicieron aquí, como un tipo de ingeniería a la inversa".
"Ahora me decía no a mí. Es una buena experiencia. Los editores necesitan la experiencia de estar al otro lado y los reporteros también deben entender cómo es el mundo del editor".
Hizo algunos podcasts para Radio Ambulante y colaboró para Semana Económica, El Malpensante, Goats and Soda y The New York Review of Books.
También en ese tiempo fue cuando empezó a colaborar en el The New York Times en español.
"Proponía y empecé a escribir para ellos e ir viendo cuál es su estilo e ir entendiendo lo que buscaban. A un medio le tienes que proponer según su estilo".
Fue cuando en el 2018 aplicó para el puesto de editor para el proyecto en español del NYT, en la que fue finalmente se integró el 1 de diciembre de ese año en la Ciudad de México.
La apuesta de The New York Times en español
Elda se encarga de escribir El Times, un newsletter de español de The New York Times en español.
"Vimos qué se necesitaba para revivirlo. Había muchos miles de lectores por el apetito en español. El boletín es súper personal porque hay una comunidad que no hay alternativa para leerlo en inglés".
Expresa que se siente profundamente afortunada de trabajar en The New York Times y que gran parte de su trabajo es mostrar a la gente que habla español el periodismo del diario.
"Es hacerte viajar, de llevarte a una realidad de algún país muy lejano o la parte técnica de hacer un interactivo de ver cómo funciona una mascarilla KN95".
Sobre el balance con su vida personal ha aprendido a tener paciencia y comprensión ante las exigencias laborales.
"Eso ha sido un aprendizaje difícil en el que tienes que modular tus impulsos. Tu desbalance no solo te afecta a ti o a tu familia, afecta a las personas a las que trabajas".
"Eso ha sido un aprendizaje difícil en el que tienes que modular tus impulsos. Tu desbalance no solo te afecta a ti o a tu familia, afecta a las personas a las que trabajas".
Los libros y la frontera moldearon sus primeros años
Elda es originaria de Reynosa, Tamaulipas. Sus padres son ingenieros dedicados a un negocio familiar.
Elda recuerda que de niña pasaba horas "devorando" cualquier libro que tuviera en sus manos, ya que le encantaba la lectura.
"Siempre he dicho que me portaba bien para que me dejaran en paz, porque siempre leía en la mesa. Cuando los demás jugaban, yo me sentaba a leer. Me pasaba todo el rato leyendo. Leía el diccionario, enciclopedias, lo que cayera en mis manos".
Su familia le inculcó que la escuela es lo más importante y que podía hacer lo que quisiera, pero que fuera la mejor.
"Me acuerdo que es algo que se decía en casa de mi abuela: 'Si quieres ser paletero, tienes que ser el mejor paletero que hay en la ciudad'".
Otra cosa que moldeó su vida fue el crecer en una ciudad fronteriza como Reynosa, Tamaulipas.
"El ir y venir entre dos idiomas: inglés y español, en la frontera la vida es mucho así. Íbamos al súper a McAllen (Texas) y metía a mi mamá una revista. Leía mucho en inglés".
Cuando estudiaba en la preparatoria, le gustó tanto un artículo de la revista Seventeen, que lo tradujo y transcribió a máquina para compartirlo con sus amigas.
"Era como un ensayo personal sobre la vida y el amor. Lo que me llamó la atención es algo que de alguna forma es el trabajo que hago hoy. Me di el tiempo de traducirlo, teclearlo y fotocopiarlo".
Las mujeres que la marcaron con el ejemplo
Cuando visitó el campus Monterrey la escritora Cristina Rivera Garza, premiada en México y en el extranjero, fue un suceso que marcó a Elda, ya que sabía que era de Matamoros.
"En Reynosa no conocía a nadie que fuera escritora. La importancia de tener una modelo y de la representación es muy importante. Que puedas decir: 'Ella hace algo que yo quisiera hacer y es de un lugar parecido de donde yo vengo'".
"Siempre he sido muy tímida, pero esa vez hice la cola, le pedí que me autografiara mi libro y le dije que yo era de Reynosa. Tengo muy presente que el ejemplo es muy importante, el poder verte proyectado de algún modo".
De su familia, Elda tomó el ejemplo de sus abuelas como fuente de fortaleza.
"Ellas salieron muy jóvenes de su casa a estudiar. Mi abuela materna era de Ciénega de Flores (Nuevo León) y se fue a Monterrey, porque no había secundaria es su pueblo.
"Saber que si ellas habían hecho algo difícil en una época muy difícil no podía decir 'me regreso'. Siempre han sido una inspiración".
Los estudios le dieron las herramientas para el periodismo
Elda recuerda que eligió estudiar Relaciones Internacionales porque le gustaba mucho leer y quería viajar mucho.
"Una parte de mí tenía una inquietud, una vocación por las humanidades. Tenía esa inclinación por las letras, pero mi cerebro decía que tenía que hacer algo más aterrizado", explica de por qué eligió esta carrera.
Una parte importante de ser periodista que es escribir tiene mucho que ver con la capacidad de hacerse experto en algo muy rápido, habilidad que le dejó la formación profesional del Tec.
"En ese sentido de la carrera de Relaciones Internacionales es que te tenías que hacerte experto en algo, aprendí mucho de eso".
Esta preparación y su experiencia también la llevó a ser profesora en universidades de Perú, como la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y en ESAN Graduate School of Business.
Lo que prevé para su futuro y del periodismo
Uno de los planes personales a futuro es volver a escribir, porque quiere seguir contando historias.
"Tengo muchas ideas de libros y artículos que quero escribir Me gustaría tener tiempo para escribir un par de libros de crónicas".
Sobre los medios de Latinoamérica dice que tienen una gran oportunidad para utilizar su flexibilidad y agilidad para ser más competitivos ante la nueva realidad que dejó la pandemia de COVID-19.
"Todo es temporal. Lo que es difícil se va a acabar. Y también lo que es bonito, también es temporal, por eso hay que disfrutarlo mientras suceda. Tienes que apreciarlo y disfrutarlo en ese momento.
"Tienes un trabajo maravilloso, (pero) es temporal, porque nada dura para siempre. Eso me ayuda a modular las emociones y el esfuerzo. Demuestra ahora tus capacidades porque quizá la semana próxima no vas a poder", concluyó.
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