Durante las temporadas de alta carga académica, como los exámenes, muchos estudiantes recurren a distintas formas de liberar presión debido a sus actividades.
Este tipo de procrastinación es cuando una persona pospone una tarea prioritaria para realizar otra que aunque no sea urgente, le genera una sensación de bienestar, o avance personal.
De acuerdo a Yugani Morga, líder de Bienestar Estudiantil del Tec campus Sinaloa, este comportamiento puede tener tanto beneficios como consecuencias negativas si no se gestiona adecuadamente.
“A diferencia de la procrastinación clásica, la productiva implica actividades que pueden parecer valiosas”
Por esta razón, Yugani recomendó cinco estrategias para identificar y enfrentar la procrastinación productiva.
1. Observar patrones de comportamiento diarios
Reconocer cuándo y cómo se posponen tareas prioritarias es el primer paso.
Preguntarse: ¿Estoy evitando esta tarea por miedo, aburrimiento o ansiedad? permite identificar la raíz del comportamiento.
“El exceso de actividades secundarias puede reducir significativamente el tiempo disponible para el estudio, afectando la concentración, la organización y, eventualmente, el rendimiento académico”, expresó Yujani.
2. Planificar tiempos específicos para el descanso
Tomar descansos es necesario en la rutina diaria, pero deben estar estructurados dentro de la rutina.
También, recomienda definir bloques de tiempo para estudiar y hacer pausas constantes, ya que ayuda a mantener el equilibrio entre rendimiento y bienestar.

3. Usar herramientas de organización
Agendas físicas, calendarios digitales o apps de productividad permiten visualizar tareas pendientes y establecer metas claras.
Esto puede reducir la sensación de descontrol y ayudar a evitar postergar lo importante.
4. Elegir pausas que realmente aporten bienestar.
Asimismo, considera que no todas las actividades productivas son positivas en ese momento, por lo que es importante elegir aquellas que ayuden a recargar energía y mantener la concentración.
5. Pedir apoyo cuando sea necesario
Hablar con un docente, amigo o profesional de bienestar puede ser clave para cambiar malos hábitos.
Acompañarse en la organización del tiempo y las emociones permite establecer límites más saludables y detectar a tiempo patrones nocivos y evitarlos.

Efectos en el bienestar y el rendimiento
De acuerdo a Yujani, este hábito puede generar un alivio emocional momentáneo, pero también desplazar de forma constante las responsabilidades escolares.
“A diferencia de la procrastinación clásica, la productiva implica actividades que pueden parecer valiosas”, expresó.
Esto puede manifestarse de diversas formas: desde reorganizar la habitación antes de comenzar un proyecto importante, hasta asistir a una clase extracurricular para evitar trabajar en un ensayo.
Aunque estas actividades pueden tener beneficios propios, el problema aparece cuando se convierten en excusas constantes para evitar las verdaderas prioridades.
“El reto es identificar cuándo deja de ser una pausa saludable y se convierte en una barrera que impide avanzar con las tareas importantes”, mencionó Yugani.
Valor del acompañamiento en la vida estudiantil
Docentes, compañeros y familiares también pueden desempeñar un papel fundamental para apoyar a quien se encuentra atrapado en un ciclo de procrastinación productiva.
Cambios en la rutina como ausencias frecuentes, menor participación en clase o mayor presencia en espacios recreativos pueden ser señales de alerta.
“Observar y acercarse desde la empatía puede hacer la diferencia. Una conversación a tiempo puede ayudar a recuperar el enfoque y construir hábitos más saludables”, concluyó Yujani.
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