La pequeña paciente despertó. El "bip" del monitor cardiaco en terapia intensiva y las sondas conectadas a su cuerpo eran evidencia de su estado de gravedad tras una operación del corazón que duró horas.
Al recobrar su conciencia, desde su cama, la niña reconoció la silueta de su doctora, y pese a casi no tener fuerzas, la llamó, con una voz pausada y suave, para decirle: “Ceci... ¡te quiero mucho!".
Esa es una de las tantas experiencias "mágicas" de la Dra. Cecilia Britton, cardióloga pediátrica de TecSalud conocida como la "Doctora Juguetes", apodo que usa para dar confianza y por regalarles uno (y una paleta) a sus pequeños pacientes cada vez que los ve en su consultorio.
“Ahí es cuando dices ¡wow! Cómo puede ser que en tu peor momento, estando tan grave y a esa edad, tengas el tiempo, el razonamiento y el concepto de agradecer. No puedo explicar lo que sentí, pero casi me derrumbo y lloro. Le dije: '¡Vamos a salir adelante!'”.
Como esta pequeña, cada año nacen en México entre 18 y 25 mil niños con problemas del corazón; la Dra. Britton señala que ella es una de los cerca de 40 intervencionistas de cardiopatías congénitas que hay en el país.
La magia de ser la "Doctora Juguetes”
Hay una frase típica con la que la Dra. Cecilia se presenta con sus pequeños pacientes en su primera consulta para generar un ambiente de tranquilidad y seguridad desde el inicio.
“Les digo, ‘Hola, yo soy la Doctora Juguetes, ¿si me has visto en las caricaturas?’ Se quedan asombrados, luego les enseño la muñequita (de este personaje) y todo hace sentido para ellos. Creo que sí me parezco, solo me faltan las trencitas”, comenta sonriendo la especialista.
Recuerda que ese apodo se lo puso Azucena Rositas, quien coordina el programa Corazones invencibles con la Fundación TecSalud, y que un día la sorprendió con el atuendo del personaje para que recibiera a los pequeños durante un evento; con gusto, aceptó.
“Les digo: ‘Hola, yo soy la Doctora Juguetes, ¿si me has visto en las caricaturas?’ Se quedan asombrados, luego les enseño la muñequita (de este personaje) y todo hace sentido para ellos".
“También le regalo juguetes a los niños, porque cuando vivía en la Ciudad de México, el recuerdo más grato que tengo de mi pediatra era eso: podía ir a la vacuna, pero al final siempre salía con un juguete”, agrega.
Para la doctora, tener este tipo de detalles ayuda a cerrar la brecha entre médico y paciente, tiene un impacto positivo en lo emocional y es una muestra a los padres de que su hijo recibe atención con amor y con respeto.
“Ser cardióloga pediátrica es algo mágico; es magia lo que podemos hacer en la vida de un niño al reparar su corazón. Además, sigo al pendiente de ellos y con mucho cariño les contesto sus dudas por WhatsApp, por si se quieren subir a la bicicleta o a una montaña rusa”.
En su consultorio hay algunas de las muestras de cariño que sus pacientes le han dado; dibujos, cartas con corazones y hasta algunas figuras de la Doctora Juguetes están en sus paredes.
Su responsabilidad: curar el corazón de los niños
La Dra. Britton es originaria de la Ciudad de México y estudió Medicina en la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Como residente sentía mucha satisfacción al atender a niños, no importaba la hora que fuera.
Eso la motivó a estudiar después una especialidad en Pediatría en TecSalud.
“Me encantan los niños. Desde un principio me gustaba mucho la idea de atenderlos y poder sacarlos adelante con enfermedades que les toca vivir y qué mejor que poder ayudarles a transitarlas de la forma menos dura”, menciona la doctora.
Hoy, con la capacidad de poder realizar complejas intervenciones cardiacas, se siente con una gran responsabilidad de tratar de mejorar o salvar la vida de estos pequeños, a quienes llama guerreros, por su resiliencia y las fuerzas que ponen para salir adelante.
“Operar a un niño del corazón no es cualquier cosa; nosotros ponemos nuestro tiempo y nuestro conocimiento, los papás ponen su confianza y apoyo a su hijo, pero al final, el guerrero, el que saca la casta, es el niño", considera la doctora.
"La complejidad de un corazón que nació enfermo es muy difícil; el tamaño del corazón es como el puño de la mano, entonces, imagínate (como es tratar y operar) a un recién nacido”.
“Como cardióloga pediatra trabajo con enfermedades congénitas. La complejidad de un corazón que nació enfermo es muy difícil; el tamaño del corazón es como el puño de la mano, entonces, imagínate (como es tratar y operar) a un recién nacido”, agrega.
Aunque a veces pueden durar hasta 8 horas en el quirófano, ella y sus colegas buscan relajarse como con música o estar en calma, sobre todo al operar el corazón del niño a través de las venas y arterias.
“Nuestro objetivo tiene que ser cómo vamos a ayudar a ese paciente; sin embargo, a veces hay cosas que están fuera de nuestro control y tenemos pérdidas irreparables. A cada niño que perdemos lo llevamos en el corazón y compartimos ese dolor con la familia”, menciona.
El largo entrenamiento para curar el corazón de los niños
Para llegar hasta donde hoy está -como una de las pocas mujeres especialistas en intervencionismo cardiaco en México- tuvo que hacer muchos sacrificios y esforzarse para completar su preparación, reconoce la Dra. Cecilia.
“He invertido mucho tiempo, mi formación académica fue de 16 años de limitar salidas, amigos, viajes; hay muchas cosas que se sacrifican en esta carrera, pero también hay muchas otras que nos dan satisfacciones y que valen mucho la pena”, platica.
Cuando terminó su carrera en Medicina en 2006 viajó a Monterrey para hacer una especialidad en Pediatría en la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de TecSalud; ahí, conoció al Dr. Jesús Manuel Yáñez, un cardiólogo pediatra distinguido por su labor altruista.
"Ser cardióloga pediátrica es algo mágico; es magia lo que podemos hacer en la vida de un niño al reparar su corazón".
El Dr. Yáñez se convirtió en su mentor; además, la motivó y ayudó a realizar un viaje como observadora médica a República Dominicana, donde fue cautivada por la cardiología pediátrica.
“Me encantó entrar a mi primer cateterismo cardiaco; duró como cuatro horas, pero yo sentí que fue media hora, estaba impactada de lo que se estaba haciendo ahí y dije, ¡Quiero hacer esto el resto de mi vida!”, recuerda la Dra.
Completó su preparación en el Instituto Nacional de Cardiología y el Hospital Infantil de México, donde se entrenó en cardiología pediátrica e hizo altas especialidades en ecocardiografía -ultrasonido del corazón-, y hemodinamia -cateterismo intervencionista-.
“Somos pocas mujeres en esta área y aparte hay muy pocas personas que tengan el entrenamiento tanto en ecocardiografía, como en hemodinamia, a la par”, señala.
Es su madre el motor de vida
Durante su niñez, la Dra. Cecilia se acostumbró a vivir en un ambiente de hospital, se la pasaba jugando en sus pasillos y consultorios. Sus amigos eran médicos, enfermeras y el personal que ahí laboraba.
Tenía 4 años entonces y acompañaba a su mamá al trabajo, en el Centro Médico Nacional, en la Ciudad de México, donde se desempeñaba como química farmacéutica bióloga.
“Era un ambiente que disfrutaba mucho. Creo que desde ahí empecé a tener mucho interés por la medicina; desde chiquita tenía claro que quería ser médico, no me veía haciendo otra cosa diferente”, platica.
"Le regalo juguetes a los niños porque, cuando vivía en la Ciudad de México, el recuerdo más grato que tengo de mi pediatra era eso".
Su mamá, más allá de inspirarla, se convirtió en el motor de su vida y quien -pese a los retos que conlleva haber sido madre soltera- siempre la animó a seguir sus sueños, a ser servicial y hacer las cosas con honradez.
“Mi mamá siempre ha sido muy abierta conmigo; me dijo: 'Haz lo que quieras hacer, pero hazlo con inspiración, con motivación, que sea algo que disfrutes y que puedas retribuir un poco de lo mucho que la vida te ha dado’".
“Ser hija de una madre soltera también ha sido uno de mis grandes retos personales, y es algo que admiro mucho de mi formación, porque, si bien, lo ideal es tener a papá y a mamá, aquí, en el buen sentido de la palabra, nunca me ha faltado padre, ni madre”, expresa.
Regresa a TecSalud e impulsa una causa social
Su mamá y el Dr. Yáñez sembraron en la Dra. Cecilia la semilla del altruismo y le inculcaron el gusto por ayudar a los demás, y entregarse al 100% para retribuir a la vida todo lo que ha recibido.
Cuando terminó su especialidad en Pediatría en TecSalud, le prometió al Dr. Yáñez que regresaría más preparada para ayudarlo con los niños que necesitaban ese apoyo.
“Hace 6 años, volví al Tec; el Hospital Zambrano Hellion y TecSalud me abrieron las puertas. En 2015 junto al Dr. Yáñez le dimos forma al programa Corazones Invencibles, para ayudar a familias en estado de vulnerabilidad”, recuerda la especialista.
Hoy, este programa, impulsado por la Fundación TecSalud y la asociación CardioChavitos ha realizado más de 170 intervenciones y ha atendido a unos 150 niños con problemas del corazón, señala.
"El peor de los males cardiacos es tener un corazón que no sea empático, porque eso no tiene solución, no se puede operar".
“Desde el 2017, empezamos de manera formal a dar atención a pacientes económicamente vulnerables, brindándoles oportunidades de vida, cirugías y cateterismos. Todo por un solo precio: una sonrisa”, destaca la doctora.
Hoy, pese a que el Dr. Yáñez ya no se encuentra en el plano terrenal, la Dra. Cecilia y un equipo de especialistas, como la Dra. Cristina Aguilar, mantienen vivo su legado de responsabilidad social.
“Me apasiona lo que hago, la parte social me mueve mucho, me gusta y disfruto mucho poder darle a las personas que menos tienen mi tiempo, explicarles, darles confort o una esperanza.
“Hay una frase que más o menos dice que, el peor de los males cardiacos es tener un corazón que no sea empático, porque eso no tiene solución, no se puede operar”, finaliza.
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