Fotos: Shutterstock
“Nosotros íbamos viajando alegres hacia Chile, a divertirnos, a pasarla bien y en un segundo nos encontramos en ese desastre, en la muerte, en el frío”, comentó Roy Harley sobreviviente del llamado "Milagro de los Andes".
Durante el evento Bowls 2020, organizado por el grupo estudiantil Dar + Por México del Tec de Monterrey campus Santa Fe, se presentó Rod Harley para platicar su historia de vida.
El viernes 13 de octubre de 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya con 40 pasajeros y 5 tripulantes se estrelló en la Cordillera de los Andes, en Mendoza, Argentina, durante un vuelo hacia Santiago de Chile.
Del total de las personas que se encontraban a bordo, casi dos tercios fallecieron y los sobrevivientes quedaron atrapados por las montañas nevadas sin comida, ni ropa adecuada para soportar las bajas temperaturas del lugar.
Roy contaba con 20 años de edad y era su primer vuelo. Él formaba parte de un equipo de rugby que se dirigía a Chile a un partido.
Comentó que una tormenta orilló a que el piloto tomara otra ruta y pensando erróneamente que habían llegado a su destino, comenzó a descender.
“En un momento al piloto se le abrieron las nubes y pudo ver donde estaba descendiendo, trató de sacarnos y sentimos los motores a fondo en una acelerada desesperación por poder levantar vuelo, pero ya era tarde y ahí el avión impactó con la montaña y sentimos una explosión impresionante”, comentó.
Gracias a los conocimientos de Roy, pudieron construir un radio que les permitía escuchar las noticias. El 23 de octubre, 10 días después del accidente, se enteraron que la búsqueda de las autoridades por ellos había sido detenida.
“Escuchar esa noticia fue algo terrible. Nosotros lloramos, gritamos, nos tiramos al piso revolcándonos en lágrimas porque el mundo nos daba la espalda.
“De pronto en el grupo se escuchó una voz que dijo: No importa que no nos busquen más, porque ahora vamos a salir por las nuestras”, mencionó.
Del lamento del grupo, surgió la rebeldía y la rabia que los motivó a salir adelante por sus medios. Sin embargo, el clima y las circunstancias poco favorables los sobrepasó y se encontraron muchas dificultades en el camino, entre ellas la falta de comida.
“En esas condiciones y que no nos queríamos morir tomamos la decisión más grande que se tomó en la Cordillera que fue utilizar los cuerpos de nuestros compañeros como fuente de energía.
“Para nosotros no fue una cosa terrible porque nosotros habíamos llegado tan al fondo por lo cual en ese momento tomar esa decisión fue el paso a la vida”, agregó.
Los días transcurrían y la naturaleza los ponía a prueba con nuevas complicaciones mientras que el tiempo se les terminaba.
En el día 69, dos sobrevivientes del grupo decidieron caminar hacia el oeste con la idea de llegar a Chile. Al día siguiente, Roy junto con el grupo que se había quedado, escucharon una increíble noticia.
“Escuchamos dos palabra en la radio que para nosotros era la diferencia entre la vida y la muerte.
“Estas dos palabras eran los nombres de (Nando) Parrado y (Roberto) Calessa y eso significaba que ellos habían llegado a Chile. Al día siguiente aparecieron los aviones para rescatarnos a todos los demás”, puntualizó.
Aprendizajes a la vida diaria
Después de contar su historia, Roy compartió algunos aprendizajes de este suceso que se pueden aplicar a la vida laboral, entre ellos romper los pequeños grupos que se forman en los equipos.
“Tenemos que romper esos grupos que nos impiden que todos aunemos nuestras fuerzas para lograr los objetivos.
“En las empresas que he trabajado les he dicho muchas veces cuando empezaban los conflictos: señores no puede ser que nos peleemos así en esta organización cuando lo único que queremos es lograr el objetivo común”, dijo.
Asimismo, Sebastián Bolio, presidente del grupo estudiantil de Dar + Por México enfatizó la importancia de acercar a los jóvenes a este tipo de historias.
“Roy me deja con una visión tan pura y revalorizada de la vida y de reencuentro con mi instinto de supervivencia y alcance.
“Su historia me transmite una fortaleza y entereza sobrehumana, con el detalle de que, precisamente, no fue más que la exaltación de las virtudes de nuestro ser como humanos”, concluyó.
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