"Musk ha demostrado que, sin importar las condiciones, no tiene filtros"
Por Alejandro Martín del Campo | Escuela de Humanidades y Educación - 04/05/2022 Fotos AFP

 Alejandro Martín del Campo | Opinión editorial | Director nacional de periodismo del Tec

A Elon Musk le gusta viajar. Con Tesla y The Boring Company recorre el planeta, a través de SpaceX se traslada al espacio y con Neuralink explora los territorios del cerebro. Su último viaje inició con la compra de Twitter y su destino es incierto.

El trayecto que seguirá con la plataforma tiene, por lo menos, tres paradas a revisar

  1. El estilo y liderazgo 
  2. La democracia y la libertad de expresión 
  3. La plataforma

 

Elon Musk


Desde su primer tuit oficial que pedía ignorar los anteriores, hasta los polémicos sobre Biden, Bolivia o la mariguana para divertir a su entonces novia y que le valió una multa de 20 millones de dólares por parte de la Comisión de Bolsa y Valores, Musk ha demostrado que, sin importar las condiciones, no tiene filtros.

La forma desenfadada de su liderazgo y comunicación se observa en múltiples mails, pero sobre todo en las respuestas en la plataforma. 

Millones de seguidores rinden culto al liderazgo de Musk, el cual se alimenta de libros, programas de televisión, canales en YouTube y documentales como “Regreso al espacio”.

Este último cumple con todas las etapas de lo que Joseph Campbell denominó el viaje del héroe: el billonario recibe un llamado, supera todas las pruebas, encuentra un aliado que lo ayuda a alcanzar la grandeza y regresa triunfal para vivir en paz y libertad.

También muestra que acostumbra ir a contracorriente del pensamiento convencional y que su filosofía empresarial obedece al principio: equivócate lo antes posible. 

Estudios sobre acoso, polarización, desinformación y otros fenómenos en Twitter demuestran que los descuidos y la moderación de contenidos operan en detrimento de las comunidades y grupos vulnerables.

Las alarmas sonaron cuando, en medio de la invasión a Ucrania, algunos gobiernos le pidieron a Musk que su empresa de Internet satelital bloqueara las fuentes de noticias rusas en medio de la guerra de Ucrania y dijo que no lo haría a menos que fuera “a punta de pistola”, según su propio dicho.

Además, su postura respecto a la desinformación se enfoca en combatir bots, lo cual es plausible, pero no suficiente.

 

Elon Musk

 

Musk prefiere no meterse en política, sus intereses son mejorar la vida a través de la tecnología.

Sin embargo, la democracia y la libertad de expresión, sí están entre sus reflexiones: “Twitter funciona como la plaza pública de facto, no adherirse a los principios de la libertad de expresión socava fundamentalmente la democracia”.

Las plazas públicas no tienen título de propiedad, la libertad de expresión es un derecho fundamental, pero no absoluto y Twitter es una empresa que registró pérdidas por 221 millones de dólares en 2021. 

Su llamado a ser un “absolutista de la libertad de expresión” plantea preguntas más que respuestas:

  • ¿Deben ser las empresas privadas las que se encarguen de controlar los discursos inadmisibles?
  • ¿Dónde están los límites entre el discurso del odio y la libertad de expresión
  • ¿Qué pueden hacer países con democracias incipientes ante violaciones a las políticas y términos de servicio?
  • ¿Las plataformas están erosionando la libertad de prensa y el derecho a la información?

A diferencia de otras, Twitter comparte información con académicos e investigadores sin mayores obstáculos, por lo que la consulta que Elon Musk lanzó para hacer público el algoritmo y la posibilidad de un botón de edición en los mensajes, son un buen arranque para su viaje en la plataforma. 

 


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